El Ateneo de Molina organiza un concierto para poner en valor la figura del compositor yeclano Juan Oliver y Astorga
El Teatro Villa de Molina ha programado para el miércoles 24 de marzo, a las 19 horas, un concierto a cargo del Cuarteto Clásico de Cieza que interpretará Sonatas de Juan Oliver y Astorga. El concierto está organizada por el Ateneo de Molina y su presidenta, Concepción Andrés, explica en una entrevista en La Sala T de Radio Compañía la trayectoria vital y profesional del músico nacido en Yecla, una de las figuras más importantes del clasicismo español.
Juan Oliver Astorga (Yecla, Murcia, 1733 – Madrid, 12 de febrero de 1830), también conocido como Jean Oliver Astorga, fue un violinista, flautista y compositor español. Uno de los más importantes músicos del clasicismo español2, por desgracia poco conocido y estudiado. Llevó una vida itinerante por varias ciudades y cortes de Europa, lo que permitió que conociera de primera mano la música que se practicaba en los ambientes más cosmopolitas y avanzados de su tiempo, antes de su regreso a España.
Su obra
La obra de Oliver Astorga es una de las más importantes del siglo XVIII, junto a la de Antonio Soler y a la de sus coetáneos Luigi Boccherini y Cayetano Brunetti, afincados en Madrid al servicio de la corte española durante los reinados de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. Se conserva muy desperdigada en colecciones privadas y numerosos archivos de América y de Europa.
Hacia 1760 compuso tres cantatas, que se conservan hoy en el Real Conservatorio de Bruselas. Utiliza la grafía de su nombre en francés, Jean Oliver Astorga, al igual que durante su estancia en Nápoles había empleado la fonética italiana. Puede tratarse de obras tardías, llegadas a Bruselas por otros caminos. Hay que señalar que el propio duque de Württemberg había nacido en Bruselas, hijo de la princesa belga Maríe-Auguste de Thurn et Taxis y del XI Duque de Württemberg, Karl-Alexander.
Al amparo de Bertie y de otros aristócratas ingleses hizo una serie de publicaciones presentándose como Jean Oliver Astorga. Entre ellas varias colecciones de canciones italianas, francesas e inglesas, así como sonatas para diversos instrumentos. En 1768 publicó Seis sonatas para violín solo y bajo op. 1 (Six sonates á violon et basse), seguidas de Twelve Italian Songs and Duets for Voice, Guitare and Harpsichord op. 2, dedicados a la duquesa de Grafton. A estas siguieron otras en trío para dos violines o dos flautas y bajo continuo (con clavecín]. En Escocia se conservan obras suyas sobre odas y canciones tradicionales escocesas y galesas. No parece haberle preocupado demasiado su actividad como compositor, ya que no refleja los números de opus, que hay que deducir por similitudes paleográficas o recursos estilísticos no siempre datables. Tal práctica era común entre otros compositores de su época, que asignaban un número de orden a su producción a medida que la iban cediendo a sus editores. No obstante, sus piezas de música de cámara fueron muy demandadas por su originalidad y nobleza. Figuran incluidas en numerosas raccolte de la época. Dejó escrita música para formaciones modernas en su tiempo, que utilizaban recursos de los nuevos instrumentos, como los clarinetes, las trompas de llaves, los acompañamientos con pianoforte e incluso con guitarra inglesa o los nuevos archicistres (arch-cyttern) llegados desde París que estaban de moda en Londres y Escocia, sobre todo en Edimburgo, Glasgow y Aberdeen.
A su regreso a España, compuso una serie de sonatas en forma de trío, de ellas su sonata ‘Sonata II’ es la única conocida de su producción que utiliza de modo recurrente tonalidades menores hasta la cadencia central. Tiene una estructura aparentemente programática de gran modernidad. Su movimiento inicial transmite sensación de movimiento, de marcha incesante, que aumenta ante la feliz cercanía del destino final. Sorprende la irrupción de un adagio – marcha, con silencios significativos y muy dramáticos al final de cada desarrollo melódico. Y finaliza con un tercer movimiento de júbilo, que un siglo más tarde alguien hubiera podido llamar Campanas de Yecla. Recuerda los toques de Gloria o de Fiesta Mayor imitando carillones o campanas a la manera de Haydn, Gluck o Leopoldo Mozart. Tales referencias a episodios concretos, ciñéndose al texto de las canciones que utiliza, solo aparecían hasta ese momento en algunas de sus melodías escocesas y galesas. Refleja así la tradición barroca de describir las pasiones del alma. O mirado de otro modo, como un precursor de los recursos del Romanticismo para evocar la naturaleza o los sentimientos.