Extremar las precauciones es vital para la residencias de mayores. Así lo hacen en Hogar Compartido.

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La asociación «Hogar Compartido» ofrece un recurso de alojamiento alternativo a las personas mayores del municipio conocido como «Vivienda Colectiva» en las antiguas «Escuelas Blancas» de Molina. Al igual que para otras residencias de personas mayores a lo largo de todo el país estos días están siendo especialmente intensos para lograr contener el virus y que no entre por sus puertas. Por el momento, en «Hogar Compartido» lo están consiguiendo. Todos sus usuarios se encuentran bien y ninguno presenta síntomas compatibles con el COVID-19, nos informa Marisa González, trabajadora del centro. Actualmente, Vivienda Colectiva cuenta con 14 usuarios, 12 mujeres y 2 hombres.

Han extremado las medidas de precaución siguiendo los consejos del IMAS y la Consejería de Sanidad y a diario, nos explica Marisa a Radio Compañía, tienen que informar sobre el estado de salud de los residentes. Llevan mascarillas, guantes… y están esperando a que les lleguen los tan imprescindibles y escasos EPIs, equipos de protección individual. Mientras tanto, se valen de algunas gafas cedidas por el Ayuntamiento de Molina de Segura y, sobre todo, de las donaciones de particulares y empresas privadas: mascarillas confeccionadas por los ciudadanos y Tapicerías Cuenca, batas desechables donadas por una clínica molinense etc. También se han intensificado las labores de limpieza y desinfección, tanto dentro del recinto como en los exteriores. Esta misma mañana han acudido operarios de Sercomosa para proceder a desinfectar las zonas exteriores, persianas y paredes.

Lo residentes llevan ya casi 20 días sin poder recibir visitas de familiares pero el contacto, vía telemática, no cesa. Realizan videoconferencias por Skype, llamadas por WhatsApp y envían vídeos constantemente. <<Las familias están preocupadas, lógicamente, pero también son conscientes de que al tratarse de un centro pequeño el trasiego de profesionales es menor y los residentes corren menos riesgos>> sostiene Marisa. De hecho, la única visita del exterior que reciben en la residencia es la de los proveedores que les vienen a traer alimentos, dejan las cajas fuera y las trabajadoras se encargan de desinfectar caja por caja.

Los profesionales también han tenido que cambiar sus rutinas. Hacen turnos más largos y, en el ámbito privado, tratan de no salir de casa para nada, ni siquiera para comprar alimentos de los que intentan que se encarguen otros familiares.  Son conscientes de la importancia de extremar las precauciones <<somos los únicos que podemos traer el virus al centro>>.

En Vivienda Colectiva hace ya una semana que decidieron no ver el telediario para evitar estados de ansiedad y preocupación entre los residentes. Aunque reconoce que cada vez que alguien tose se ponen todos alerta. No es para menos. Aun así para Marisa tanto los residentes como los familiares y los profesionales lo están llevando muy bien y todos están funcionado como un equipo.

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