Los hechos se dieron sobre las tres de la madrugada, en una estación de servicio ubicada en la carretera que va de Molina a Fortuna. Un trabajador de la gasolinera daba voz de alarma a la policía, asegurando que estaba escuchando ruidos y golpes en la parte trasera del edificio, donde se ubican los baños para los clientes. Al llegar al lugar, los agentes se toparon con dos encapuchados que trataban de salir por el agujero que habían hecho para entrar. La presencia de los policías frustró sus planes de escapada con el botín que portaban encima. Concretamente, habrían conseguido las recaudaciones de tres tragaperras que, presuntamente, habían reventado para sacar el dinero. El botín ascendía a casi 1.300 euros.
La hipótesis es que los ladrones tenían la idea de entrar sin ser vistos ni herir a nadie: no portaban consigo armas, ni cuchillos ni pistolas. Lo que sí llevaban encima eran dos patas de cabra, con las que, supuestamente, habrían forzado las máquinas tragaperras que había en el interior del restaurante de la gasolinera.