De casa en casa. Segundas residencias para la desescalada y las vacaciones
Mas allá de la salud que siempre es lo más importante o la estabilidad económica que tantos quebraderos de cabeza nos trae, en cuestiones de ocio y esparcimiento, probablemente las personas más afortunadas en estos momentos no son las que tienen programado un viaje a Nueva York o República Dominicana para el mes de julio, un viaje que con toda probabilidad tengan que cancelar si es que no lo han hecho todavía. No, los más afortunados en cuanto a desconexión postconfinamiento son, con mucha seguridad, aquellos que tienen una segunda residencia en la que poder resguardarse y cambiar de aires ahora que sí podemos hacerlo. Y si la segunda residencia está cerquita, dentro de la propia Región de Murcia, mucho mejor, así podemos mudarnos ya mismo. Eso, si la presencialidad laboral o la conexión wifi del segundo hogar nos lo permite. Aunque los últimos datos son del año 2013, según el Instituto de Turismo de la Región de Murcia en nuestra comunidad autónoma algo más del 17% de total de viviendas son segundas residencias.
Tan pronto entramos el lunes en la fase 1 de la desescalada, Manolo M. V. y su familia no dudaron en hacer las maletas y poner rumbo desde Molina de Segura al campo donde tienen una segunda residencia con terreno, frutales y suficiente espacio para que niños y mayores puedan jugar y correr a sus anchas. Ese es uno de los principales motivos por los que Manolo y su familia decidieron venirse al campo, <<aquí los niños no tienen peligro de contagiarse al salir a la calle>>, señala Manolo. Para él y su mujer, las razones también son otras, las de mantenerse ocupados, <<en el campo siempre hay algo que hacer, aquí no se para nunca>> así que también el trabajo en el campo es una forma de combatir la desidia de las horas de encierro. El clima también acompaña en el campo y ahora que se acerca el buen tiempo y las altas temperaturas, vivir en un espacio donde poder tomar el fresco se agradece y mucho. Y hasta los vecinos están encantados, <<La mayoría de los vecinos aquí son residentes permanentes y personas mayores. Durante el año, están solos. Así que se alegran de vernos y poder charlar con nosotros un rato>>. Aunque era algo que venían haciendo todos los veranos, este año, con más razón, volverán a pasar sus vacaciones en su casa de campo
Las costa murciana es otro de los destinos favoritos para quien tiene la oportunidad de adquirir una segunda vivienda en la que pasar las vacaciones e, incluso, los fines de semana. Elena O.P. es una de esas afortunadas que vive a caballo entre Molina de Segura y la casa que tiene su familia en la playa. Ella no ha tenido ni que desplazarse, porque el decreto de estado de alarma ya le pilló allí y ya decidió quedarse. Cuando le preguntamos por las principales diferencias entre la vida en la ciudad y la vida en la playa, Elena lo tiene claro: <<la principal diferencia es la percepción del paso del tiempo y como eso influye también en la percepción del propio espacio>> explica. El tiempo pasa de otra forma, con más calma y sin el estrés de la ciudad, y eso hace que apreciemos más el espacio en el que nos encontramos, nos cuenta Elena. En resumen, disfrutamos más y mejor de los que nos rodea. La vida en la playa es, para ella, más tranquila y también más solitaria, <<es verdad que tienes más ausencia de relaciones sociales pero, sin embargo, te sumerges en una vida interior mucho más interesante>>. Ese contraste con la vertiginosa vida en la ciudad es lo que le hace a Elena llevar una vida itinerante entre la ciudad y la playa, una simultaneidad que le aporta muchísimo. En estos momentos, destaca, especialmente, el contacto directo con la naturaleza más viva que te brinda pasar tiempo en un espacio así.